L'enfer, c'est les autres...

miércoles, marzo 29, 2006

La Sangre de los Dioses -Sorgenkind und Wunderdroge-

" (...) It is just a tool to turn us into
what we are supposed to be..."


El tiempo del happening, las personas involved, y otros detalles circunstanciales (la razón de las itálicas en esa fatídica palabra, es que en realidad no creo que nada sea circustancial. Todo tiene sentido y cumple al pie de la letra con una delicada y grotesca aberración, apellée par quelqu’un “la danse de la realité” ,presdestinada condena a la cual estamos deliciosamente atados. Tú leyendo esto, lo que pasó en tu mañana, tu falsa concepción y creencia de lo que vulgarmente nos atrevemos a llamar “libre albedrío”, el número de pelos que se te cayó en la ducha, la canción de los Chemical Brothers que oigo en loop en el momento que escribo esto, el número de calorías injestas y el porcentaje de neuronas muertas, y la manera tan stilish en la que we got “incredibly” wasted that day tienen sentido, forman parte de un todo, pero, sobretodo, son incorturnablemente ireemediables y fatalísticamente perfectas) no vale la pena que sean esclarecidos. Los que estuvieron ahí lo saben (aunque probablemente lo hayan parcialmente olvidado por desición propia) y lo demás no importa.

El lugar, una playa frecuentada por jóvenes burgueses decadentes -que queda a más de medio camino hacia una atracción turística local, blessing don de la madre naturaleza y única en el mundo (las malas lenguas dicen que hay otra en Hawaii y en Japón, yo no lo creo)- es un spot que cuesta 20 pesos la entrada (la única condición, implicitamente impuesta, es tener una ranfla poderosa, à la camionetilla Toyota, de preferencia gris-metálico…), con bellas olas para bugüear, donde puedes encontrarte con amigos de tu hermana grande haciendo cosas un poco menos degeneradas que tú. En fin, no vale la pena describir como el parabrisas del carro midió alrededor de 12 metros de largo por los segundos en los que dabamos la curva “ride(ing) at top speed before [you] turn(ing) into an animal”, como bajamos penosamente por la cuerda que lleva al arena, y nuestras pláticas del loquitos, como ignoramos los augurios de un cuervo graznando a pocos metros del mar y todo un banco (las medusas se cuentan en bancos? en cardúmenes? Manadas?) de medusas violáceas de tamaño considerable muertas acomodadas soigneusement en forma de *pentagrama [estrella-like, no musicalmente hablando] en la playa, traídas supuestamente por la marea, y como, en un momento dado, los tres nos encontramos separados físicamente el uno del otro.

Los dulces psicodélicos no son algo comparables en ningún momento a un alimento (eventhough se trate de special brownies), aunque hagan crecer la conciencia y la so-called alma. No le funcionan igual a todos los pelados e incluso existen herejes que pretenden predicar que no hacen bien at all, si no al revés, hacen mal y lo dejan a uno en estados eternalmente vegetativos. Quiero que vean a Hoffman a sus cien años, vivito, coleando, haciendo yoga y riéndose (bueno lo del yoga lo inventé pero aquellos que conocen saben que es perfectamente factible).
En fin, la frase de “boleto prepagado para la iluminación y la comprensión total de universo” no aplica a gente que se amanece cantando barbaridades cacofónicas como El As de la Sierra y viviendo sus noches consumiendo “las de Buchanan’s y de la lavada ”.

En mis rondas y debralles, llegué de repente a un cliff (barranca? Falasie?) de considerable altitud. No sé si la palabra apropiada sea “llegué”, ya que I have no actual recolection de la manera como llegué hasta ahí. O sea, bien podría haberme teletransportado y hubiera sido lo mismo. En fin, estaba disfrutando de los visuales proyectados en el mar, de cómo los circulos de las granjas de atún (son aros de considerable tamaño, dispuestos en el mar en un orden que podria ser considerado random) bailaban con mis pupílas, como el viento dibujaba códices mayas (d’apres moi, il s’ agît du Codex de la Vie, document dont on ignore la location exacte aux offices du Vatican, mais dont on connâit à peu prés le contenu -qui autrement dit est le secret de la vie dans notre univers- Ndr ) en las nubes. Me dí cuenta entonces que estaba cubierto de gaviotas. Cubierto no, mas bien rodeado. Aquella visión me hizo estremecerme un momento. Decidí no moverme y emitir un graznido seagullish-like. En este tipo de situaciones cualquier cosa es funcional y seguí lo que –si se puede llamar así- mi instinto me dijo. Una voló y se posó en mi converse derecho. Parecía mirarme con curiosidad.

Creo que es mejor ahorrarme los detalles de cómo la gaviota, que era una representación de Dios, me susurró al oído el secreto de la vida, y cómo, por un momento, pude estar en El Lugar, visualizar La Verdad, entender El Todo, y unirme al ente ubicuo. Cómo todo mi presente, mi pasado, y lo que vislumbraba como mi futuro adquirieron un sentido absoluto, obvio, y claro. Como podía entender toda mi existencia y lo que seguría, sin siquiera conceptos conocidos o palabras, sin juicios, sin tiempo escurriendóseme entre los dedos, sin miedos.


Cuando regresé a mi conciencia, un sonido fuerte, acuoso e intermintente me desoncentraba.Todo era azul. Me dí cuenta de que me había teletransportado a las formaciones de piedra de la parte pedrosa (ja) de la playa, que me encontraba boca arriba viendo el zenith y mojado a mas de medias. Era el ir y venir de las olas quien me susurraba al oído. De repente sentí que un sucubo me intentaba suck my soul out de mi dedo gordo del pie. Pensé en las oh-so-many maneras chamánicas aprendidas de ahuyentarlo. Decidí aplicar la técnica del crépusculo de Don Juan y cuando reuní los bollocks nesesarios, y me senté, dispuesto a combatir al ente antes mencionado, me dí cuenta de que era una anémona rosa de tamaño apetecible quien le estaba haciendo un blow a mi dedo.

Sujeto uno estaba cubierta-enredada de/en algas de esas que parecen boyas y que truenan haciendo un placentero ruido, sujeto dos se habia enterrado (con las manos, probablemente) hasta el cuello en la arena, requiriendo de nuestra ayuda para poder salir, y cada quien habia muerto y vuelto a nacer en tal vez, unas cuatro horas y media. Preferí no mencionar nada del episodio de la gaviota-Dios, para no romper la vibra del momento. Yo me quedé esperando mi taxi hecho de periódico y viendo el atardecer.



*como si no lo supieras, me encantan los oximorones por que denuncian mi excelente gusto heredado, mi barbarie y mi afición por los detalles grotescos que nos ofrece congalear (for free, yo) con la realidá.

Shiriös!